¿QUÉ ES?
La tuberculosis es una
infección persistente causada por el Mycobacterium tuberculosis, que afecta a
diversos órganos, pero particularmente los pulmones. Un feto puede contraer
tuberculosis a través de su madre antes de nacer, al respirar o tragar líquido
amniótico infectado antes o durante su nacimiento, o después de nacer, al
respirar aire con microgotas infectadas. Alrededor de la mitad de los hijos de
madres afectadas de tuberculosis activa desarrolla la enfermedad durante el
primer año de vida si no reciben tratamiento con antibióticos o si no se les
vacuna.
La tuberculosis es una
enfermedad infecciosa que alcanzó su máximo apogeo en el siglo pasado durante
la Revolución Industrial, debido al desplazamiento de la gente a las ciudades,
donde vivía hacinada y en penosas condiciones higiénicas. El responsable de
esta infección es el ‘Mycobacterium tuberculosis’ que, en honor a su
descubridor, Roberto Koch, recibe el nombre de bacilo de Koch.
CAUSAS
Entre los humanos se
transmite a través del aire, por minúsculas gotas que contienen los bacilos y
que las personas infectadas sin tratamientos, o que se encuentran en los
primeros días de incubación, eliminan al toser, estornudar o hablar. La
transmisión por vía alimentaria no es frecuente, aunque la leche no
pasteurizada puede ser fuente de contagio en los países en los que la tuberculosis
es muy frecuente.
SÍNTOMAS DE
TUBERCULOSIS
Los síntomas más
frecuentes son el cansancio intenso; malestar general; sudoración abundante,
especialmente al caer el día; pérdida de peso, y sangre en los esputos. También
se puede presentar con una tos seca, persistente, con una temperatura corporal
que oscila entre los 37 y 37,5 grados. No obstante, en ocasiones no aparece
ningún síntoma.
PREVENCIÓN
La prevención pasa por
la detección precoz de la enfermedad, de manera que se pueda evitar la
transmisión al resto de la gente. La OMS recomienda la vacunación con BCG a
todos los recién nacidos con alta incidencia de tuberculosis, incluyéndola en
el calendario infantil de forma sistemática. Debe administrarse sólo una vez,
ya que no está probada la eficacia de la revacunación. Asimismo, no está
recomendada a personas adultas que vayan a trasladarse a zonas de alto riesgo,
pues tampoco se ha demostrado su eficacia en este campo. No obstante, la OMS
recomienda su administración en niños y jóvenes que vayan a pasar largas
temporadas en zonas de incidencia.
La BCG está
contraindicada en personas con sida, independientemente de la
edad que tengan. En cuanto a la alimentación, si viaja a una zona afectada por
la enfermedad absténgase de tomar leche o cualquier producto lácteo que no haya
sido pasteurizado. En caso de contacto prolongado con una persona infectada que
no está en tratamiento acuda lo antes posible a un médico y sométase a la
prueba de la tuberculina. El especialista valorará si debe administrarle el
tratamiento o la quimioprofilaxis específica frente a la enfermedad.
TIPOS DE TUBERCULOSIS
Se distinguen dos tipos
de tuberculosis: pulmonar y extrapulmonar. La tuberculosis pulmonar puede aparecer
inmediatamente después de la infección. Esta variedad se conoce como infección
primaria y afecta especialmente a los niños del continente africano. Cuando el
niño goza de buena salud la enfermedad puede cursar con alteraciones locales en
los pulmones y ganglios. Pero si está desnutrido o sufre otras infecciones,
como sida, aparecen complicaciones
graves entre las que destacan la obstrucción bronquial, derrame pleural o
acumulación de líquido en el espacio comprendido entre las membranas que
recubren el pulmón.
Si la tuberculosis
aparece al menos dos años después de contraer la infección, se habla de
enfermedad postprimaria o tuberculosis del adulto. Esto indica que la infección
permanecía latente, por lo que es más agresiva que la primaria, provoca
lesiones pulmonares graves y se disemina más fácilmente por el resto del
cuerpo.
DIAGNÓSTICOS
Cuando los bacilos
entran en el organismo, se extienden y desencadena la respuesta inmune del
huésped, que puede demostrarse mediante la ‘prueba de la tuberculina’ o de
Mantoux. Esta prueba consiste en la administración intradérmica, en la cara
anterior del brazo, de un derivado proteínico del bacilo. A las 72 horas de su
administración se valora la reacción local generada.
A las embarazadas se les
practica sistemáticamente una prueba cutánea para detectar la presencia de
tuberculosis (prueba de tuberculina). Si se observa una reacción positiva, se
debe realizar una radiografía de tórax.
A los niños cuyas madres
les ha dado positiva la prueba de tuberculina también se les practica este
análisis. Sin embargo, algunos niños tienen falsos resultados negativos. Si se
sospecha de una tuberculosis, se envían al laboratorio muestras de líquido
cefalorraquídeo y de líquido de los conductos respiratorios y del estómago para
su cultivo. Una radiografía del tórax suele mostrar si los pulmones están
infectados. Puede ser necesario realizar una biopsia del hígado, de algún
ganglio linfático o de los pulmones y de la membrana que los rodea (pleura)
para confirmar el diagnóstico.
TRATAMIENTOS
Sin tratamiento, la
tuberculosis lleva irremediablemente a la muerte. Para su tratamiento se emplea
una combinación de fármacos, entre los que se encuentran la isoniacida, la
rifampicina, la pirazinamida, el estambutol y la estreptomicina. Son fármacos
eficaces pero que tienen efectos adversos, por lo que su uso debe ser
supervisado por un especialista. Los niños con alergias anafilácticas al huevo pueden requerir pruebas antes de
administrar la vacuna, aunque normalmente la triple vírica no está
contraindicada en estos casos.
Si una embarazada
presenta una prueba de tuberculina positiva, pero no tiene síntomas y la
radiografía del tórax es normal, debe tomar el fármaco isoniacida por vía oral,
ya que habitualmente es el único tratamiento que se necesita para curar la enfermedad.
Sin embargo, para empezar dicho tratamiento suele esperarse hasta el último
trimestre de embarazo o hasta después del parto, porque el riesgo de lesión
hepática por este fármaco en la mujer es más alto durante el embarazo.
Si una mujer embarazada
tiene síntomas de tuberculosis, se le administran los antibióticos isoniacida,
pirazinamida y rifampina. Si se sospecha de una variedad de tuberculosis
resistente, pueden administrarse otros fármacos adicionales. Aparentemente,
todos estos fármacos no dañan al feto. La madre infectada es aislada de su bebé
hasta que deja de ser contagiosa. El bebé recibe isoniacida como medida
preventiva.
El recién nacido también
puede ser vacunado con la vacuna BCG. Ésta no necesariamente previene la
enfermedad pero, en general, reduce su gravedad. Como la vacuna BCG no es
efectiva al cien por cien, en algunos países no se aplica de forma sistemática
ni a los niños ni a los adultos. Una vez que una persona ha sido vacunada,
siempre le darán positivo las pruebas de tuberculosis, por lo que no se podrá
detectar una nueva infección. Sin embargo, a pesar de ello, en muchos países
con un alto índice de tuberculosis se aplica la vacuna BCG de forma
sistemática. Un bebé con tuberculosis recibe tratamiento con los antibióticos isoniacida,
rifampicina y pirazinamida. Si el cerebro también se ve afectado, pueden
administrársele corticosteroides al mismo tiempo.
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